Duat: el inframundo en el antiguo Egipto y el juicio de las almas.

Oplus_131072
Duat: el inframundo en el antiguo Egipto y el juicio de las almas.
Diversas mitologías incluyen en su cosmología un lugar de destino para los difuntos. Entre ellas, destaca cómo se entendía este lugar en el antiguo Egipto, conocido como Duat.
Según estas creencias, el mundo se dividía en Geb (la Tierra), Shu (la atmósfera) y Nut (los cielos), tres conceptos personificados en deidades. En esta concepción, el dios Ra desempeñaba un papel importante, realizando un viaje con dos navíos por los cielos y por el reino de Duat, trayendo y llevando la luz.
Durante el día, navegaba por los cielos de este a oeste, y al anochecer cambiaba de barca para adentrarse en este reino, que debía cruzar de oeste a este en un peligroso viaje por un lugar oscuro y enigmático.
En esta travesía, la deidad debía pasar por doce puertas, una por cada hora, enfrentándose a diversos desafíos como bestias y monstruos, o resolviendo acertijos. Al final, en la última estancia, era resucitado y podía volver a traer la luz al mundo, completando un ciclo diario de muerte y resurrección.
El juicio de las almas
Este reino también era el lugar donde las almas de los difuntos debían ser juzgadas. Primero, tenían que atravesar las puertas de entrada recitando los nombres de sus guardianes. Una vez dentro, se dirigían al «Salón del Juicio», donde debían declarar su inocencia y enfrentarse a varios seres para finalmente acceder a la «Cámara de las Verdades». Aquí, cada alma era recibida por Anubis, quien procedía a pesar el corazón del difunto en la llamada «Balanza de la Justicia», colocando el corazón en un lado y la pluma de Maat en el otro.
Representación del dios egipcio Anubis.
A partir de este momento, podían ocurrir dos cosas: si el corazón pesaba más que la pluma, se determinaba que la persona no era lo suficientemente pura y era devorada por Ammit, lo que resultaba en «la segunda muerte», ya que al difunto no se le permitía seguir existiendo en este reino. Sin embargo, si el corazón pesaba menos que la pluma, el alma podía dirigirse a Aaru, un lugar paradisíaco situado dentro de este reino, similar a las islas de los bienaventurados en el inframundo griego.
Los antiguos egipcios creían que el alma (o lo que hoy en día identificaríamos con este concepto) residía en el corazón, y por eso se pesaba este órgano en particular.
Este reino era un sitio sombrío donde residían diversos monstruos, pero no se consideraba un infierno, sino un lugar de destino para las almas.
Las principales fuentes de esta información son el «Texto de las Puertas» y el «Texto de los Muertos», así como obras posteriores como el «Texto del Amduat» y diferentes referencias como los «Textos de los Sarcófagos».
Redacción por MundoOculto.es