El niño enterrado en la hacienda

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El niño enterrado en la hacienda

En las vastas tierras de México, donde la historia se entreteje con la leyenda, se encuentra la hacienda Sierra Hermosa. Entre sus muros carcomidos por el tiempo y sus campos cubiertos de maleza, se esconde un escalofriante relato que ha calado hondo en la memoria popular: la leyenda del niño asesinado.

Cuenta la leyenda que un niño, heredero de la hacienda y otras propiedades, quedó huérfano a temprana edad, quedando bajo la tutela de su tío. Sin embargo, la ambición y la codicia nublaron el juicio del familiar, quien, según se cree, asesinó al pequeño para arrebatarle la herencia.

Un llanto que resuena en la eternidad:

Se dice que el cuerpo del niño fue enterrado clandestinamente dentro de la casa grande de la hacienda. Desde entonces, su alma en pena vaga por los pasillos en ruinas, emitiendo lúgubres llantos que hielan la sangre de quienes los escuchan. Unos llantos que no solo son un lamento por su muerte, sino también una advertencia contra la traición y la avaricia.

El llanto proviene del suelo, abajo del marco de una puerta entre un pasillo y el comedor. Cuentan que hace varios años, los inquilinos de la casa decidieron escarbar en ese punto no para buscar un tesoro, sino para tratar de encontrar los restos del niño y darle cristiana sepultura. Empezaron a escarbar y a menos de un metro de profundidad primero encontraron tubería, que es más reciente, y siguieron escarbando más abajo hasta que encontraron una piedra de cantera, tipo lápida. Todas las personas que estaban escarbando sintieron algo feo y decidieron ya no seguirle. Rociaron la lápida con agua bendita y la volvieron a cubrir.

Los llantos siempre salen de ahí. Por pláticas de antes se sabe que son los llantos de un niño chiquito que era el hijo de doña Manuela Moncada. Ella había fallecido tiempo antes y su hijo quedó bajo la tutela de su tío Francisco. Este niño iba a ser el heredero de Sierra Hermosa y de otras que habían sido propiedad de doña Manuela. Francisco era entonces el albacea y administrador de todos los bienes de su difunta hermana, y sabía que su sobrino iba a heredar todo esto. Como el niño estaba indefenso, entonces lo desapareció, lo mató a él o lo mandó matar y parece que sí lo sepultaron ahí. Todo hubiera quedado como un misterio sin resolver, pero los llantos de ese niño delatan que sí hubo un asesinato.

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