El volcán Iztaccíhuatl
El Iztaccíhuatl, un coloso de la naturaleza, emergió tras múltiples fases de formación y colapso, dando origen a una diversidad de estructuras como conos y domos volcánicos, corrientes de lava, formas asociadas y acumulaciones de sedimentos volcánicos. Sus características más notables son sus cuatro picos más altos: la Cabeza, que alcanza los 5.140 metros sobre el nivel del mar (msnm), el Pecho, con 5.280 msnm, seguido por las Rodillas, a 5.000 msnm, y finalmente los Pies, a 4.703 msnm, según Nixon en 1989.
Este gigante volcánico es una entidad compleja tanto en términos volcánicos como geomorfológicos. Pertenece a una formación geológica compuesta por amplias coladas de lava de andesita basáltica, entremezcladas con capas de material piroclástico como tobas y cenizas volcánicas. Se estima que su formación data de entre 0.9 y 0.08 millones de años atrás, correspondiente al periodo del Pleistoceno Tardío.
En la zona sur-sureste del Iztaccíhuatl se encuentran los depósitos más jóvenes de este complejo volcánico, formados por coladas de lava andesítica-dacítica. Estos están particularmente vinculados al volcán Amalacaxco, conocido también como “los pies del Izta”, y datan del periodo holoceno.
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