En el fondo de los océanos hay artefactos nucleares, de la Guerra Fría, que podrían detonar en cualquier momento

En el fondo de los océanos hay artefactos nucleares, de la Guerra Fría, que podrían detonar en cualquier momento

La amenaza nuclear de la Guerra Fría que aún ‘duerme’ en el fondo de los océanos

Como si fueran enormes bombas de tiempo, en las profundidades oceánicas yacen artefactos nucleares desde hace años, vestigios de la Guerra Fría, con el potencial de liberar su contenido mortal en cualquier instante.
En el fondo de los océanos hay artefactos nucleares, de la Guerra Fría, que podrían detonar en cualquier momento

A pesar de que cada arma nuclear en el planeta está bajo estricta vigilancia, hay dispositivos nucleares sumergidos que representan una amenaza para la humanidad desde las profundidades marinas. Estos dispositivos, que se extraviaron durante la Guerra Fría, tienen la capacidad de liberar radiación en cualquier momento.

Aunque sus sistemas de detonación están inactivos y no pueden desencadenar sus cargas nucleares, tienen el potencial de liberar materiales radiactivos. Esto es según la información recopilada por el sitio web ruso Esoreiter.ru, que ha documentado los datos sobre los dispositivos nucleares ‘olvidados’ por las potencias nucleares durante la Guerra Fría.

Los submarinos ‘muertos’

El submarino estadounidense Thrasher fue destruido bajo la presión del agua el 10 de abril de 1963, llevándose consigo a sus 129 tripulantes, después de exceder su profundidad máxima de inmersión. Aunque no transportaba armamento nuclear, sí estaba equipado con dos reactores nucleares, que ahora yacen a unos 2.500 metros de profundidad junto con su peligroso combustible.

En junio de 1968, el submarino nuclear estadounidense Scorpion se perdió con sus 99 tripulantes. Sus restos se encontraron meses después en el océano Atlántico, a unos 740 kilómetros al suroeste de las islas Azores. Tanto su reactor nuclear como dos torpedos con cabezas nucleares permanecen a una profundidad de 3.000 metros.

Solo 48 horas después del hundimiento del Scorpion, un incendio en el reactor experimental del submarino nuclear soviético K-27 causó otra catástrofe marítima. El incidente resultó en la muerte por radiación aguda de nueve marineros. A pesar de ello, la tripulación soviética logró retornar el submarino a la base. Finalmente, en 1981, se decidió hundir el K-27 en una bahía de Nueva Zembla.

Antes del incidente del K-27, el submarino K-8, uno de los primeros de la flota nuclear soviética, se hundió durante un incendio en el Golfo de Vizcaya el 12 de abril de 1970. Después de 80 horas luchando por mantener a flote el submarino, durante las cuales se logró apagar los reactores y evacuar a parte de la tripulación, un barco búlgaro se aproximó al lugar. Aunque se desconoce si llevaba armas nucleares, se sabe que tenía dos reactores.

El submarino nuclear K-278 Komsomolets se hundió el 7 de abril de 1989 en el mar de Noruega.

En 2003, el submarino ruso K-159 se hundió en el mar de Barents mientras era remolcado para su desmantelamiento. En 2014, científicos rusos y noruegos inspeccionaron el submarino, encontrando niveles de radiación normales alrededor del mismo. Los expertos creen que estos niveles se mantendrán normales por unos 20 años, pero surgen interrogantes sobre lo que podría ocurrir después de ese tiempo.

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‘Regalos’ nucleares del cielo

El 13 de febrero de 1950, un incendio en uno de los motores del bombardero B-36 en ruta de Alaska a Texas llevó a la tripulación a lanzar una bomba atómica y posteriormente abandonar el avión en paracaídas.

En 1958, un bombardero B-47 Stratojet y un caza F-86 Sabre colisionaron en el cielo de Georgia. El bombardero, que se precipitó tras el choque (los pilotos se eyectaron con éxito), transportaba la bomba Mark 15, con una potencia de tres megatones, que se perdió cerca de la isla Tybee y nunca se recuperó.

En 1968, cerca de Groenlandia, los estadounidenses perdieron cuatro bombas atómicas, logrando recuperar solo tres de ellas.

Estados Unidos ha admitido oficialmente la pérdida de 11 bombas nucleares, aunque la cifra exacta de tales incidentes es desconocida. Es probable que la URSS también haya experimentado ‘pérdidas’ similares.

En el fondo de los océanos hay artefactos nucleares, de la Guerra Fría, que podrían detonar en cualquier momento

 

Y ahora el principal

Las bombas nucleares, inertes en su diseño, requieren una secuencia precisa para detonar. No obstante, el paso implacable del tiempo las somete a una corrosión inexorable. Como cápsulas del tiempo olvidadas, estas reliquias de la era atómica aguardan en silencio, amenazando con desatar sus venenos radiactivos. En un futuro incierto, las profundidades marinas podrían convertirse en el escenario de una liberación gradual pero devastadora, un espectro invisible que se filtra en las aguas, alterando el equilibrio vital del océano y sus criaturas, en una lenta pero inexorable marcha hacia la contaminación nuclear.

Autor MundoOculto.es