¿Has oído hablar alguna vez del vampiro Nosferatu?

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¿Has oído hablar alguna vez del vampiro Nosferatu?

Se trata de Friedrich Gustav Max Schreck, el intérprete de Nosferatu.

Max Schreck permanecía siempre caracterizado, evitaba el contacto con el elenco y exigía ser llamado Orlock en todo momento.

En 1922, la representación del Conde Orlock en la cinta Nosferatu fue tan auténtica que poco después del estreno comenzaron a esparcirse rumores. Se especulaba que el rol principal no había sido desempeñado por un ser humano, sino por un auténtico vampiro. Su gestualidad, aspecto e incluso el enfoque que el actor dio al personaje eran inusuales y sumamente persuasivos. Desde entonces, el mito ha perdurado, inspirando numerosas leyendas y teorías plasmadas en ensayos, libros y hasta en una película llamada La sombra del vampiro (2000), dirigida por E. Elias Merhige.

Antes de aceptar el rol, el actor estableció sus condiciones: “Para encarnar este personaje, exijo la libertad para interpretarlo como crea conveniente”, a lo que el director accedió, asegurándose así a su estrella. Schreck solicitó una inmersión completa en el personaje y dictó una serie de normas estrictas. Tanto en el set como fuera de él, se le debía tratar como Orlock, aparecería siempre maquillado y no mantendría relación alguna con el resto del reparto.

Otra de sus demandas fue ocultar su identidad real (incluso en los créditos). Cuando se le preguntaba quién era, afirmaba ser Orlock. “Me descubrieron y me trajeron aquí para narrar mi relato”, declaraba con un tono de voz peculiar. La técnica del actor para meterse en el papel terminó impactando al resto del elenco, quienes deseaban descubrir quién era realmente su compañero. El director decidió entrar en el juego, afirmando que Orlock era un verdadero vampiro, traído al filme para compartir su historia. Se le compensaba con sangre y se le otorgaba un respeto absoluto a su intimidad.

Nosferatu se completó con un equipo compacto de profesionales. Varios actores admitieron sentir alivio al finalizar el rodaje, principalmente por no tener que encontrarse de nuevo con aquel individuo de semblante mortuorio.

A pesar de su dilatada y laureada trayectoria, Schreck será siempre recordado por su papel del tenebroso Conde Orlock, en particular fuera de Alemania. Se convirtió en un emblema del cine de horror, un reconocimiento bien merecido. Él fue quien encarnó a uno de los primeros monstruos del séptimo arte y el causante de los terrores nocturnos de muchos, todo ello mediante expresiones y miradas, sin pronunciar palabra alguna.