Hombre que inventó el dispositivo de tortura más horrible se convirtió en víctima de su propia creación

Hombre que inventó el dispositivo de tortura más horrible se convirtió en víctima de su propia creación

Una estatua de bronce en forma de toro se cuenta entre los instrumentos de castigo más terribles jamás concebidos. Surgió en la Grecia clásica, aproximadamente en el siglo VI antes de Cristo. En un giro irónico del destino, el artífice de esta máquina de suplicio acabó siendo el primero en padecer su mortífero abrazo, cayendo presa de su ingenio mortal.

Toro de Fálaris

Encontrarse al final dentro del Toro de Fálaris representaba uno de los finales más atroces y dolorosos, siendo este un mecanismo de suplicio originario de la antigua Grecia, ideado alrededor del siglo VI a.C.

Básicamente, era una figura hueca de bronce con la forma de un toro, equipada con conductos en las fosas nasales y una compuerta en el abdomen para introducir a los condenados.

Una vez que la persona estaba adentro, se prendía una hoguera bajo la estructura, asando al infortunado mientras los conductos transformaban los lamentos de su agonía en brutales mugidos.

El presunto inventor de este aparato, Perilao de Atenas, terminó siendo la primera víctima de su ingeniosa pero nefasta creación.

Toro de Fálaris

Toro de Fálaris. Crédito de imagen: Discovery

Creación del dispositivo de tortura

Perilao fabricó el toro para Fálaris, el déspota de Akragas en Sicilia, aunque hay historias que sugieren que nadie solicitó a Perilao la construcción de tal macabro mecanismo de tortura.

Por su propia iniciativa, lo ofreció a Fálaris, quien rápidamente reconoció que una estatua taurina capaz de asar humanos encajaría perfectamente con los gustos de un tirano despiadado.

Existen narraciones que describen al tirano siciliano como caníbal, lo cual podría ser un rumor propagado por sus detractores.

A pesar de su habilidad para idear el Toro de Bronce, Perilao quizás era demasiado ingenuo.

Al presentar su invento a Fálaris, le solicitaron que entrara él mismo para demostrar cómo resonarían los sonidos en su interior.

Boceto del Toro de Fálaris

Boceto del Toro de Fálaris. Crédito de imagen: quora

Si en algún momento entregas a un déspota un mecanismo de suplicio y te invita a “entrar y mostrar su funcionamiento”, generalmente es un indicativo de que deberías huir. No obstante, Perilao ignoró la advertencia y se introdujo en la máquina.

Fiel a su reputación, Fálaris aprisionó al diseñador en su propia obra y prendió una hoguera debajo para asarlo vivo, aunque no llegó a fallecer allí.

Tras someterlo a una agónica demostración del funcionamiento del aparato, el tirano extrajo a Perilao del Toro de Bronce.

A pesar de ello, Perilao no escapó a su destino, pues Fálaris lo condenó a muerte lanzándolo desde lo alto de una colina.

No obstante, cabe la posibilidad de que, al menos en el ámbito espiritual, el inventor haya conseguido su revancha.

Grabado de alrededor de 1500 que muestra a Perilao, diseñador de la máquina, siendo introducido en ella

Grabado de alrededor de 1500 que muestra a Perilao, diseñador de la máquina, siendo introducido en ella. Crédito de imagen: Pierre Woeiriot / Wikimedia Commons

El fin del tirano

Falaris se deleitaba observando cómo el toro oscilaba mientras en su vientre se asaba vivo a un adversario, y más tarde mandaba transformar sus restos óseos en adornos preciosos.

El mecanismo de castigo podía demorar cerca de 10 minutos en acabar con la vida de alguien que estaba siendo abrasado en su seno, hecho que el déspota experimentó cuando fue depuesto por un hombre llamado Telémaco (según se narra en La Odisea).

La historia cuenta que Telémaco confinó a Falaris en el Toro de Bronce, y así el tirano encontró su fin a manos de su propia invención.

Con el tiempo, los cartagineses tomaron posesión del toro antes de que fuera capturado por los romanos siglos más tarde, y hay crónicas de emperadores romanos que lo emplearon para ejecutar a cristianos.

Una recreación moderna de este artefacto ilustra con espeluznante detalle su funcionamiento, resaltando la penumbra de la psique humana que puede idear semejantes horrores. La narrativa de Perilaus y el Toro de Bronce permanece como un lúgubre aviso de hasta dónde puede llegar la maldad humana.

Autor MundoOculto.es 

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