Incidente Pascagoula: “Extraterrestres sin ojos y una grabación secreta”
En 1973, a orillas del río Pascagoula en Mississippi, Charlie Hickson y Calvin Parker vivieron una experiencia que muchos expertos consideran una prueba de que las abducciones son fenómenos auténticos que merecen un estudio serio. Este incidente ha sido objeto de numerosos análisis y debates, destacándose como uno de los casos más convincentes en la historia de las abducciones.
El caso Pascagoula es una de las abducciones más enigmáticas y, al mismo tiempo, una de las mejor documentadas. A pesar de los numerosos detalles y testimonios que respaldan la veracidad de lo narrado por Charlie Hickson, de 42 años, y Calvin Parker, de 19 años, hay un elemento clave que destaca como prueba notable de la autenticidad de este suceso.
El Sheriff del condado de Jackson, Fred Diamond, disponía de una sala equipada con una grabadora de audio oculta. En esta sala, el Sheriff Diamond interrogó a los abducidos por tercera vez y registró la conversación. Tras el interrogatorio, los policías abandonaron la habitación, dejando a Charlie y Calvin solos.
Sin saber que estaban siendo grabados, Charlie y Calvin discutieron su experiencia, mostrando un desconcierto y desesperación genuinos. Esta grabación fue la que convenció al Sheriff de Pascagoula y a varios expertos de que Charlie y Calvin estaban diciendo la verdad.
Un OVNI encima del rio Pascagoula
En 1973, Charlie Parker, un veterano de la guerra de Corea de 42 años, trabajaba en el astillero de Johnny Walker en la costa del Golfo de Mississippi. Calvin Parker, de 19 años, estaba bajo su supervisión en el mismo astillero. Ambos residían en el condado de Jones y mantenían una relación cercana, ya que Calvin había crecido junto al hijo mayor de Charlie, Eddie, quien estaba destinado en Okinawa como marino.
La noche del 11 de octubre de 1973, Charlie y Calvin decidieron ir a pescar. Tras varios intentos fallidos en diferentes lugares, Charlie sugirió probar suerte en el muelle del abandonado astillero Shaupeter. Alrededor de las 10 de la noche, mientras pescaban, escucharon un zumbido detrás de ellos.
Charlie se giró y vio un objeto volador con forma de balón de fútbol americano aterrizando a unos veinte metros de distancia. La nave, de aproximadamente tres a cuatro metros de ancho, tres metros de altura y diez metros de longitud, emitía una luz azul intermitente y no producía sonidos de motor. Charlie observó lo que parecía ser una ventana en la parte superior del objeto.
Los amigos, desconcertados y asustados pero también curiosos, vieron cómo el objeto descendía y flotaba a pocos centímetros del suelo. Una abertura apareció en uno de los lados del objeto y la luz azul se apagó. Charlie pudo ver el interior del objeto a través de la abertura, y le pareció que brillaba.
Los seres sin ojos que flotaban
Después, tres seres de aproximadamente un metro y medio de altura emergieron de la abertura y comenzaron a deslizarse hacia Charlie y Calvin.
Charlie recuerda haber visto la expresión de terror en el rostro de Calvin y darse cuenta de que no era el único que estaba observando a esos extraños seres. El miedo se apoderó de ellos, convirtiendo la noche en una pesadilla viviente.
“Ellos flotaron fuera de la abertura, manteniéndose a la misma altura del suelo que la nave, y se dirigieron hacia nosotros… La cabeza parecía salir directamente de los hombros, y algo que se asemejaba a una nariz terminaba en una punta de unos cinco centímetros”, relató Charlie con voz temblorosa.
“En cada lado de la cabeza, donde estarían las orejas, había algo parecido a la nariz del frente. Justo debajo de la nariz del frente había una ranura que parecía ser la boca”, continuó, su voz cargada de incredulidad.
“Los brazos eran similares a los humanos, pero más largos en proporción a su cuerpo; las manos parecían mitones, con un pulgar unido al mitón. Las piernas permanecían juntas y los pies eran como los de un elefante. Todo el cuerpo estaba arrugado y era de un color grisáceo. Podrían haber tenido ojos, pero la parte superior de la nariz estaba tan arrugada que no podía distinguirlos”.
Dos de los seres tomaron a Charlie del brazo, y un dolor agudo recorrió su cuerpo solo por unos segundos. Desde ese momento, Charlie se sintió paralizado, incapaz de moverse, mientras el pánico se apoderaba de su mente. Vio con horror cómo uno de los seres se llevaba a Calvin, quien parecía cojear. Más tarde, Calvin le contaría a Charlie que en ese momento se desmayó. Ambos fueron transportados hacia la nave, flotando como si estuvieran atrapados en una pesadilla de la que no podían despertar.
Dentro de la nave, la luz era tan brillante que cegaba a Charlie, y aunque intentaba cerrar los ojos, algo se lo impedía. La desesperación y el desconcierto se apoderaron de él, mientras se preguntaba si alguna vez volverían a ver la luz del día.
Charlie y el ojo gigante
En ese punto de la historia, el miedo había tomado el control de los amigos. Charlie pensaba en la posibilidad de morir y en lo que podría estarle ocurriendo a su amigo Calvin.
Mientras estos pensamientos lo consumían, algo parecido a un ojo gigante emergió de lo que parecía ser una de las paredes de la nave. Charlie nunca supo cómo apareció el ojo, ya que la intensa luz en ese entorno lo cegaba. El ojo se acercó a Charlie, deteniéndose a unos quince centímetros de su rostro.
Charlie intentó cerrar los ojos, pero no pudo. El ojo lo examinó de pies a cabeza, y Charlie no sentía nada. En un intento desesperado por entender lo que le estaba sucediendo, trató de mover los dedos de los pies, pero tampoco lo logró. Mientras la desesperación se apoderaba de él, el ojo se alejó.
Charlie se desplomó al suelo cuando sus piernas cedieron. Lo primero que vio fue la expresión de terror en el rostro de Calvin. Según Charlie, nunca había visto a alguien tan aterrorizado.
Invasión alienigena en Pascagoula
Charlie se arrastró por el suelo hasta donde Calvin estaba de pie, paralizado por el shock. Mientras intentaba hacer reaccionar a su amigo, escuchó el zumbido de la nave y se giró justo a tiempo para verla elevarse y desaparecer en el cielo nocturno.
Charlie afirmó que, mientras observaba cómo la nave se alejaba, un mensaje cruzó por su mente: “Somos pacíficos, no queremos hacerte daño”.
Desesperado, Charlie intentó que Calvin reaccionara, pero este gritó: “¡No, por favor no!” y se desplomó, aterrorizado.
Después de unos minutos, Calvin volvió en sí y lo primero que dijo fue: “Charlie, ¿qué vamos a hacer? ¿Quiénes son ellos? ¿Qué nos van a hacer?… Charlie, es como si hubiera muerto y regresado a la vida. ¿Estás seguro de que estamos bien?”.
Se refugiaron en el coche, mientras Charlie tomaba unos tragos de whisky para calmarse. Los amigos comenzaron a considerar la posibilidad de no contarle a nadie lo sucedido, pero pronto surgió una inquietante pregunta:
“¿Y si esos seres regresan? ¿Y si esto es solo el primer paso de un ataque masivo? Quizás esto es solo el inicio de una invasión extraterrestre”.
Aún presas del pánico, Charlie y Calvin decidieron informar a las autoridades militares de la zona. Hicieron una llamada telefónica desde una cabina pública a la Base Aérea Keesler, situada a unos cincuenta kilómetros al este de donde estaban.
Charlie relató lo ocurrido a la operadora de la base, pidiéndole que lo comunicara con la persona adecuada, pero la operadora le dijo que ellos no se encargaban de ese tipo de cosas y que debía comunicarse con el Sheriff del condado.
Charlie y Calvin consideraron la posibilidad de contarle lo sucedido al Sheriff, pero temían ser objeto de burla por parte de los policías.
Finalmente, decidieron pasar por las oficinas del diario “Mississippi Press” para reportar el hecho. Si la intención era alertar a la población o a las autoridades, un reportero podría ayudar.
Al llegar a las oficinas del diario, uno de los vigilantes nocturnos les informó que si querían hablar con un reportero tendrían que volver al día siguiente por la mañana, ya que a esa hora no había nadie disponible.
Sin más opciones, Charlie llamó a la oficina del Sheriff y volvió a contar lo sucedido. Según Charlie, el oficial que respondió la llamada lo tomó como una broma y les pidió que se acercaran a la oficina del Sheriff para hablar sobre lo ocurrido.
La grabación secreta del Sheriff Diamond
Charlie y Calvin llegaron a las oficinas del Sheriff del condado de Jackson, llevando consigo varios peces como prueba de lo que habían estado haciendo antes del incidente.
El Sheriff Fred Diamond y el capitán Glenn Ryder recibieron a Charlie y Calvin, interrogándolos por separado en varias ocasiones. Aunque las historias de ambos coincidían perfectamente, el Sheriff Diamond no creía en la fantástica historia de los seres flotantes y el gran ojo. Decidió entonces tenderles una trampa para desenmascararlos.
Uno de los cuartos de las oficinas del Sheriff estaba equipado con micrófonos ocultos para grabar interrogatorios. El Sheriff Diamond llevó a los dos amigos a esa sala, activó la grabadora y les hizo un tercer interrogatorio.
Después del interrogatorio, todos los oficiales abandonaron la sala, dejando a Calvin y Charlie solos. Los amigos comenzaron a hablar sin saber que estaban siendo grabados.
El audio de la conversación entre Calvin Parker y Charlie Hickson, conocido como la “grabación secreta de Pascagoula”, dura aproximadamente cinco minutos. Esta grabación fue la que finalmente convenció al Sheriff Diamond y a expertos como Allen J. Hynek y James Harder de que Calvin y Charlie estaban diciendo la verdad.
Se ha escrito mucho sobre el contenido de esta grabación. Por un lado, ha sido utilizada por los expertos en fenómenos ovni para defender la autenticidad del suceso, mientras que por otro lado ha sido minimizada por varios escépticos.
La verdad es que ninguna transcripción puede capturar la atmósfera de angustia y desesperación que rodea la conversación que Parker y Hickson tuvieron la noche del 11 de octubre de 1973. El desconcierto y la desesperación en sus voces constituyen una evidencia fundamental para establecer la autenticidad de lo ocurrido.