Ipiutak, la “Ciudad Perdida” del Círculo Polar Ártico: alguien vivió allí

 

Los polos de la Tierra han sido señalados como el antiguo escenario de un paraíso tropical y asentamientos de avanzadas culturas. Son bastantes los indicios que apuntan a esto, y tambien pruebas científicas (fósiles) exponen que la espesa capa de hielo no se encontraba allí en un pasado remoto, sino que seguramente un manto verde lleno de vida cubría esos zonas distantes. Hay una alucinante historia que cuenta cómo una “Metrópoli Perdida” existió en el Círculo Polar Ártico, poblada por una sociedad desarrollada.

Una de las “metrópolis perdidas” más enigmaticas del continente americano no se localiza en su hemisferio sur, sino en el norte. Y lo que es más desconcertante, se localiza en la zona más hostil para la vida humana en este mundo, en el interior del Círculo Polar Ártico, llamada Ipiutak.

Ipiutak está en las proximidades de Point Hope, en la costa norte de Alaska. Se localiza en una vasta tundra sin árboles que está permanentemente congelada. Un explorador polar la explicó como “una tierra de icebergs, agua y firmamento azul frío”. El invierno dura básicamente todo el año.

A partir de los artilugios que se estaban examinando y de la valoración de los logros de la villa Ipiutak apareció otra duda: si eran distintas de diferentes tribus del Ártico, era poco posible que fuesen descendientes de los residentes locales. Por lo tanto, ¿de dónde procedían y por qué abandonaron su metrópoli?

Ipiutak es una antigua ciudad del norte de Alaska que es el lugar tipo de una sociedad además llamada Ipiutak, dominante desde el 500 a. C. hasta el 1000 d. C. Fue descubierta (o redescubierta) en 1939 por una expedición patrocinada por el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York y dirigida por Helge Eyvin Larsen y Froelich Gladstone Rainey.

Ambos habían difundido con anterioridad trabajos sobre la sociedad de la caza de ballenas en el Ártico y eran reconocidos investigadores en la arqueología del norte de Alaska. Encontraron una metrópoli que había sido el hogar de diversos miles de esquimales inupiat hace por lo menos 3.000 años.

No había árboles en un radio de 160 kilómetros y no había componentes de edificación, excepto los huesos de morsas y ballenas. la unica manera de establecer una comunidad permanente era cavar, y así lo hicieron -al menos dos metros- para que la tierra pudiera aislar del frío cortante. No fue una tarea sencillo, dado que mas tarde de cavar sólo unos escasos centímetros se halla el permafrost, un suelo congelado durante todo el año.

Entretanto se llevaba a cabo este tedioso y largo proceso de edificación, era imprescindible edificar refugios temporales, que se construían atando costillas de ballena y cubriéndolas con pieles de animales para crear un techo de tienda.

Lugar de la villa de Ipiutak

Un grupo de arqueólogos de la Universidad de Alaska relató más de 800 de los “refugios de foso” permanentes en Ipiutak y determinó que se habría erigido por lo menos el mismo número de “refugios de tienda”. Estas cabañas estaban totalmente alineadas con avenidas entre las hileras. Esto representa que, en el instante de su hallazgo, Ipiutak era más grande que Fairbanks y, con mucho, el mayor asentamiento que se ha hallado en Alaska antes de la llegada de los europeos.

Era inclusive mayor que cualquier pueblo costero del Ártico en Alaska o Canadá en el presente. La villa de Ipiutak debió de albergar a más de 8.000 personas. Las focas y las morsas eran su principal fuente de alimento y se cazaban con arpones desde el borde del hielo. Para la caza del caribú se usaban arcos y flechas.

Ipiutak, una comunidad sofisticada

Ipiutak era una comunidad lo bastante sofisticada como para ser estática, lo que supone una sociedad de cazadores terrestres de amplia base. Estas propiedades la hacen totalmente distinto de diferentes comunidades árticas. El nivel de avance de Ipiutak se puso de manifiesto velozmente, dado que las excavaciones se expandieron tan veloz como las circunstancias del Ártico lo permitieron. Sus residentes poseían conocimientos de matemáticas y astronomía por lo menos tan avanzados como los antiguos mayas.

Excavaciones en el lugar de Ipiutak.

Se desvelaron hermosas tallas de marfil, distintas a las de cualquier otra sociedad esquimal o indígena americana conocida. Se localizaron sepulturas con esqueletos con globos oculares artificiales tallados en marfil y con incrustaciones de azabache. Los broches, collares y colgantes tallados en hueso de ballena mostraban una destreza artística parecido, mientras que múltiples herramientas y utensilios exponen aplicaciones prácticas además de ser de boceto inteligente.

a lo largo de la mayor parte del siglo XX, los arqueólogos y antropólogos supusieron que los antepasados de los originarios americanos habían cruzado de Asia a América por un “puente terrestre”, siguiendo a las manadas de animales de caza. La proximidad de los dos continentes en el Estrecho de Bering -que separa Siberia y Alaska- era una teoría favorecida. Se vio reforzada por el creciente conocimiento de las Edades de Hielo, dado que el plan de un fondo oceánico exibido entre esas dos regiones proporcionaba una trayecto de migración inmejorable desde el Viejo Planeta hasta el Reciente.

Vitus Bering, de origen danés pero capitán de la marina rusa, cruzó el estrecho en 1728 y se le dio su nombre. En la actualidad, tiene 93 kilómetros en llegar al punto más próximo entre llegar al punto más oriental del continente asiático y llegar al punto más occidental del continente americano. Las tormentas de invierno son frecuentes y el mar está cubierto por campos de hielo de hasta metro y medio de grosor. Inclusive a mediados de verano, el hielo a la deriva es usual en el estrecho.

Más adelante, durante el siglo XX, se plantearon diferentes rutas como medio por el que los emigrantes entraron en América desde Asia, pero un estudio muy actual del Dr. Scott Elias, del Instituto de Investigación Ártica y Alpina de Colorado, ha establecido, en lo que corresponde a la erudición ortodoxa, la validez de la ruta del puente terrestre de Bering.

Edades de Hielo

Esto nos lleva a cuestionarnos con qué frecuencia se producen las Edades de Hielo y cuándo fue la más actual. Se piensa que hubo cuatro Edades de Hielo en el último millón de años. La última alcanzó su punto álgido hace 10.000 años y acabó hace 8.000 años.

El trabajo del Dr. Elias y su equipo incluyó el fechado por carbono para establecer que las plantas y los animales estaban en el puente terrestre hace unos 11.000 años. Quizá poseía un suelo parecido al del norte de Alaska en el presente, abedules y sauces y grupos de juncos (similares a la hierba pero con tallos sólidos en vez de huecos).

No poseía glaciares porque, si bien era gran cantidad frío, el clima regional era muy seco y los glaciares no pueden formarse sin humedad. Quizás, las circunstancias de vida en el lado asiático se deterioraron y emigrar representó un escape. Quizás -en lo que corresponde a los humanos- fue el deseo de localizar pastos más verdes, y seguramente los animales siguieron su ruta.

Igualmente aceptable es la probabilidad de que los animales, principalmente alces, bisontes y caribúes, tomaran la ruta mas tarde de que sus rebaños hubieran consumido la poca flora que existe en el lado asiático. Los hombres podrían haberlos seguido mientras su suministro de carne se movia hacia el este.

En marzo de 2006, dos aventureros cruzaron el Estrecho de Bering de este a oeste a pie, cruzando un sector helado de 60 km y el peligroso viaje les llevó 15 días. Eran un inglés, Karl Bushby, y un francés, Dimitri Kieffer, y al llegar fueron detenidos por no haber entrado en Rusia por un puesto de control fronterizo.

Travesía en el pasado remoto

Hace 11.000 años, los residentes del norte de Siberia eran sin duda más resistentes que los humanos de hoy y, al estar habituados a vivir en las circunstancias del Ártico, podrían haber hecho la travesía más velozmente. Los animales podrían haber tardado más, al carecer de la compulsión humana y no tener curiosidad por su destino.

Pero por lo tanto, así pues conocemos, los humanos no sabían de la presencia de los continentes, si bien podrían haber tenido conciencia de que un estrecho que antes era agua era actualmente tierra.

Point Hope, la situación de la villa de Ipiutak, se encuentra a unas 643 km al norte de la sección más estrecha del Estrecho de Bering, así pues las travesías de los emigrantes podrían haber sido más largas en separación que la hecha por los dos aventureros modernos.

Otra consideración es que, al mantenerse en las proximidades de la orilla del puente terrestre, los emigrantes podrían haber tenido acceso a la pesca y la caza para preservar su viaje. Esto les habría permitido tardar más tiempo en la travesía.

Algunas de las excavaciones de los arqueólogos rusos en el distrito del río Amur, en el norte de Siberia, han desvelado los remanentes de diversos asentamientos prehistóricos muy semejantes a Ipiutak. El clima de esa zona es tan hostil como el del norte de Alaska y, en cambio, se han hallado evidencias de grandes poblaciones del Paleolítico, del Neolítico y tambien de la Edad de Bronce.

Se ha reseñado otra conexión con el continente asiático, dado que las tallas decorativas de los Ipiutak se asemejan a las del norte de China hace 3.000 años, mientras que diferentes tallas se asemejan a las de las villas ainu de Japón.

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Migración de conocimientos y desaparición de una civilización

La conclusión fue que los residentes de Ipiutak poseían una sociedad material mucho más elaborada e imaginativa que la localizada en diferentes zonas del Ártico. Cuando no se conoce la historia anterior de una zona, a veces puede ser útil revisar la leyenda de su pasado.

El filósofo Will Durant dice en La historia de la civilización:

“Se han escrito inmensos volúmenes para exponer nuestros conocimientos y ocultar nuestra ignorancia del hombre primitivo. Las sociedades primitivas no fueron necesariamente los ancestros de la nuestra; así pues conocemos, pueden ser los remanentes degenerados de sociedades superiores que decayeron cuando el liderazgo humano se trasladó, en la estela del hielo”.

Este hondo pensamiento bien puede ser una aclaración de las metrópolis perdidas del Ártico.

La mayor parte de las autoridades no desconfían de que Ipiutak no es más que la primera de las múltiples metrópolis “perdidas” que se han hallado. Ya se ha reseñado otra metrópoli perdida, Tigara, y si no fuera por la brevísima era del año en que es factible cavar en la tierra helada, ya se habrían añadido una sucesión de diferentes nombres, y con ellos, más detalles e información sobre sus talentosos, imaginativos y decididos residentes.

Queda mucho por conocer sobre Ipiutak. Hay dos razones para ello: una es que se reveló hace sólo cincuenta años, y la segunda es que las duras circunstancias del Ártico hacen que el trabajo sea agónicamente lento. En consecuencia, los arqueólogos poseen múltiples más cuestiones que respuestas sobre esta misteriosa metrópoli helada.

Los arqueólogos poseen evidencias sólidas para pensar que conocen de dónde vino la villa de Ipiutak, pero incluso no conocen la contestación a la duda: ¿a dónde fueron? Si fueron al sur, habrían estado en un clima menos severo y casi con seguridad ya se habrían hallado remanentes que podrían vincularse con la metrópoli proxima a Point Hope.

Es factible que se dirigieran al este y, en este suceso, es factible que en el futuro se realicen hallazgos en los Territorios del Noroeste de Canadá. Sea cual sea el sitio al que se pusieron en dirección los Ipiutak, su sociedad avanzada será identificable y eso puede inclusive llevar a una contestación a la siguiente duda inevitable, ¿por qué se fueron?

Fuente: Atlantis Rising Magazine Vol.61: “Lost City of The Far North”, por Peter King