La civilización que pudo habitar la Tierra antes que los humanos
La investigación sobre el cambio climático nos brinda la oportunidad de explorar y comprender las potenciales civilizaciones avanzadas que existieron antes de nosotros y la influencia que ejercieron en las condiciones meteorológicas de la Tierra.
La edificación de una sociedad humana conlleva la utilización de recursos energéticos del planeta para realizar actividades productivas, sostiene Adam Frank en un ensayo difundido en ‘The Atlantic’. En otras palabras, el avance de la humanidad está intrínsecamente ligado a una repercusión directa y palpable en el medio ambiente. Para levantar y mantener una sociedad, es esencial la obtención de energía que permita su funcionamiento continuo. Por ello, los primeros asentamientos humanos hallaron en la explotación de los recursos naturales lo indispensable para subsistir, fundamentando su economía en actividades primarias como la agricultura y la ganadería. Posteriormente, se daría paso a la implementación del comercio, marcando un nuevo capítulo en la historia. Incluso con un desarrollo tecnológico limitado, las primeras civilizaciones ejecutaron labores cruciales para su supervivencia que generaron un impacto variable en el planeta.
“Tenemos la costumbre de visualizar civilizaciones desaparecidas mediante estatuas sumergidas y vestigios ocultos”, señala Frank. “Estos restos de culturas pasadas son relevantes para quienes se interesan por periodos breves; sin embargo, al retroceder millones de años, la interpretación se complica”. Esto resalta la brevedad de nuestra existencia en comparación con la extensa cronología de la Tierra y sus múltiples formas de vida.
La civilización contemporánea está dejando evidencias que serán detectables por los expertos incluso en los venideros 100 millones de años.
“En la búsqueda de pruebas concretas de una civilización industrial preexistente a la nuestra, como urbes, manufacturas y vías, los datos geológicos no revelan evidencia más allá del periodo Cuaternario, que data de hace 2,6 millones de años”, reflexiona el académico. El Cuaternario corresponde al periodo geológico que vio el surgimiento del Homo Sapiens y se inició hace aproximadamente 2,6 millones de años. “Si nos adentramos más allá de esta era, no encontramos vestigios; todo se ha desintegrado en polvo”. Esto implica que, desde un punto de vista científico, no existen rastros visibles de civilizaciones que nos precedieron en la Tierra.
Más que del pasado, una cuestión de futuro
Este es el núcleo del dilema: “Si consideramos que cualquier vestigio tangible de nuestra existencia en la Tierra desaparecerá tras incontables millones de años, ¿qué tipo de indicios podrían perdurar de sociedades antiguas? Para abordar esta interrogante, debemos explorar qué marcas dejaríamos si nuestra sociedad actual se desmoronara en su fase de desarrollo presente”, o sea, en la actualidad.
El plástico será el legado más duradero, sobreviviendo en las profundidades oceánicas a lo largo de eras geológicas.
Los hallazgos de estas indagaciones fueron publicados por los científicos en un reciente trabajo del ‘International Journal of Astrobiology’, revelando que nuestras acciones colectivas como especie están dejando señales que serán identificables por los investigadores hasta dentro de 100 millones de años. “El uso masivo de fertilizantes, por ejemplo, sustenta a 7 mil millones de seres humanos, pero también altera las corrientes de nitrógeno hacia la producción agrícola”, argumenta Frank. “Los geólogos del mañana descubrirán estos rastros de nitrógeno en los sedimentos”. Lo mismo ocurre con minerales como el coltán, extraídos de regiones remotas y empleados en aparatos electrónicos: «Numerosos de estos elementos químicos vagan ahora por el globo debido a nuestra influencia. También quedarán impresos en los sedimentos, así como los esteroides artificiales, que serán detectables en capas geológicas incluso después de 10 millones de años.
La influencia productiva de la humanidad se manifestará claramente como un eco o una imagen de nuestra existencia en la Tierra mucho tiempo después de nuestra partida. El material que probablemente perdurará más allá de nosotros es el plástico, acumulado en cantidades masivas en las profundidades marinas: “Los agentes naturales como el viento, el sol y las olas erosionan los productos plásticos a gran escala, llenando los océanos de partículas microscópicas que se asientan en el lecho marino, formando una capa que podría mantenerse durante periodos geológicos extensos”, advierte Frank.
En conclusión, Adam Frank y Gavin Schmidt admiten que es prácticamente imposible encontrar una respuesta definitiva a la cuestión de si existieron civilizaciones industrializadas antes que la nuestra. “Cuando reconoces la importancia de buscar fuentes de energía de bajo impacto para mitigar el cambio climático, dejas menos rastro. Por lo tanto, cuanto más sostenible sea tu civilización, más tenue será la huella que dejes para el futuro”, afirma Frank.
El concepto final que proponen es una dinámica dialéctica de creación y destrucción en la naturaleza de las civilizaciones. “Nuestra investigación también contempla la idea de que algunos planetas podrían experimentar ciclos de destrucción y reconstrucción impulsados por los combustibles fósiles. El cambio climático causado por el uso de estos combustibles puede llevar a una disminución de los niveles de oxígeno en el océano. Estos niveles bajos podrían propiciar las condiciones necesarias para la formación de nuevos combustibles fósiles, como el petróleo y el carbón”, explica Frank. “Así, el fin de una civilización podría plantar las semillas para el surgimiento de otra en el futuro”.
Autor MundoOculto.es