La huella de un hombre tras la explosión nuclear de Hiroshima
Lo que parecería ser una sombra o una simple mancha oscura sobre las escaleras en realidad es la huella que dejó el cuerpo de una persona al ser vaporizada por la explosión de las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945.
Las personas que estuvieron demasiado cerca al momento de la explosión literalmente se hicieron polvo instantáneamente y debido a la fuerza liberada sus cenizas quedaron «grabadas» en superficies cercanas. La temperatura superó el millón de grados centígrados.
Nadie, ni los científicos del proyecto Manhattan, ni el presidente Truman, ni Paul Tibbets, el comandante del Enola Gay que contenía la bomba, ni el emperador Hirohito, pero sobre todo, ninguno de los habitantes de Hiroshima incluyendo el hombre sentado a la entrada del banco, podían sospechar el efecto devastador que tendría aquel artefacto y que partiría la historia del mundo en dos.
A las 8:15 de la mañana «Little Boy» estalló 600 metros antes de alcanzar el suelo y la tierra ardió en pocos segundos.
La bomba atómica, la primera jamás caída sobre una población civil.
Miles de personas se esfumaron por el calor en un radio de un kilómetro. Entre ellos estaba el hombre sentado esperando que abrieran el banco, pero nunca la muerte.
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