Las lecciones invisibles: por qué las escuelas no enseñan sobre el mundo inmaterial

Las lecciones invisibles: por qué las escuelas no enseñan sobre el mundo inmaterial

Las lecciones invisibles: por qué las escuelas no enseñan sobre el mundo inmaterial 1

Ninguna escuela del mundo enseña cómo vivir la vida correctamente y bien. Muchas personas no saben cómo vivir y simplemente viven la vida tal como se les presenta. Puede resultar bastante aterrador ver a personas que van a la deriva sin rumbo, sin saber qué hacer con sus vidas.

En muchas disputas se escucha a gente argumentar que no necesitamos ningún mandamiento porque ya sabemos cómo vivir. Incluso justifican matar a alguien si piensan que esa persona es mala o robar a alguien si creen que es su culpa estar en un lío.

Las escuelas tampoco enseñan que, además del mundo físico, existe un mundo inmaterial . Hay seres espirituales que no podemos tocar ni ver con nuestros ojos físicos ni medir con instrumentos materiales. La mayoría de las personas no son conscientes de esto porque no se les enseña sobre ello, a pesar de que los libros sagrados mencionan a los demonios y los ángeles . La iglesia reconoce a los demonios e incluso realiza exorcismos. Las personas a menudo aprenden sobre estos asuntos espirituales por sí mismas, generalmente más tarde en la vida.

Además, a la gente no se le enseña acerca de los pecados. La sociedad actual sugiere que se puede hacer cualquier cosa siempre que no esté prohibida por la ley. Sin embargo, no es la ley la que establece la regla, sino Dios. La gente no se da cuenta de que puede tener sobrepeso debido a la glotonería o ser infeliz debido a la fornicación. Todos tenemos pecados, pero hay una diferencia significativa entre reconocerlos y arrepentirse de ellos, o no ver nada malo y no mejorar.

En las escuelas se enseña a menudo que el Estado, la ciencia y la Iglesia son buenos. El Estado afirma que algunas personas son superiores y tienen derecho a juzgar a otras. La Iglesia afirma que conoce una verdad inmutable que no puede cuestionarse. La ciencia decide qué conocimiento es necesario y cuál no.

La clave para una buena vida es la humildad, la veracidad y la abstención del pecado. El mal en tu vida indica que algo anda mal. La muerte es sólo para quienes viven en el tiempo. Para las almas que luchan por Dios, no hay muerte ni tiempo; existen eternamente y simultáneamente en todos los puntos del pasado, presente y futuro: una propiedad divina.

Para vivir bien y correctamente, se necesita fe. La fe distingue a los humanos de los animales. Si una persona cree, sabe cómo vivir y discernir el bien del mal. Sin fe, una persona está confundida, como un gatito en una carretera. En el pasado, la fe guiaba la vida de las personas. La ciencia no te dirá cómo vivir bien; proporciona conocimiento abstracto, pero no la guía esencial para vivir.

La ley de Dios está por encima de todas las leyes humanas. Existen muchas religiones, pero la fe es universal. Todos adoramos al mismo Dios, aunque los rituales difieren: unos se persignan con dos dedos, otros con tres, algunos con la palma de la mano y algunos rezan de rodillas. Tenemos dones diferentes, pero todos asistimos a la misma celebración.

Estas sencillas verdades suelen entenderse tarde en la vida, si es que se llega a comprenderlas. Quienes las entienden encuentran claridad. La única fe verdadera es el amor por todos los seres vivos. En este momento, hay una parte eterna e inmaterial de nosotros que busca unirse con Dios.


Para concluir, la vida eterna ya existe en nuestra vida ahora. No se debe depositar la fe en libros, milagros, rituales o rangos. El Papa o el Patriarca no están más cerca de Dios que cualquier otra persona. La ley de Dios se da por igual a todo aquel que busca conocerla.

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