Los gatos en el antiguo Egipto

En el antiguo Egipto, los gatos eran altamente valorados y respetados por su capacidad para proteger cultivos y faraones desde al menos la primera dinastía (3100-2900 a.C.). Se les reconocía por eliminar serpientes venenosas y roedores, así como por su presencia en escenas sociales y religiosas. Restos de gatos han sido encontrados entre bienes funerarios que datan de la XII Dinastía (1991-1802 a.C.), y su papel protector se menciona en el Libro de los Muertos.
Mafdet fue la primera deidad con cabeza de gato conocida y, durante la I Dinastía, se la consideraba protectora de las cámaras del faraón. Bastet, otra deidad felina, conocida desde la Segunda Dinastía (2890-2686 a.C.), se representaba inicialmente con cabeza de león. Con el tiempo, los gatos domesticados ganaron popularidad y se les asociaba con Bastet.
Durante la XI Dinastía (siglo XXI a.C.), los amuletos con cabezas de gato se pusieron de moda. Para la Dinastía XXII (950 a.C.), Bastet y su templo en Bubastis habían ganado prominencia, y los gatos domésticos eran considerados sagrados. Cuando un gato moría, era embalsamado y enterrado, y sus dueños realizaban rituales y mostraban su dolor.
A mediados del siglo V a.C., Heródoto describió un festival anual en el templo de Bubastis que atraía a miles de peregrinos. En el período helenístico (323-30 a.C.), los gatos eran criados para ser sacrificados y momificados como ofrendas a los dioses.
Después de que Egipto se convirtió en provincia romana en el año 30 a.C., la veneración por los gatos comenzó a disminuir debido a los decretos contra el paganismo. Aun así, en el siglo XV d.C., los gatos seguían siendo respetados, reflejando una tradición de trato amable hacia ellos en la cultura islámica.