Nuevos geoglifos descubiertos en la Amazonía Brasileña «reescriben» la historia del Amazonas

La selva amazónica fue transformada durante miles de años por indígenas que construyeron centenares de grandes y enigmáticos geoglifos geométricos que quedaron ocultos durante siglos por los árboles y que actualmente han sido descubiertos por la deforestación de la Amazonia brasileña.
Así lo corroboró un equipo internacional de 10 expertos de Brasil y Reino Unido, que hallaron más de 450 figuras en el paisaje en el Estado de Acre (al oeste de la Amazonia brasileña).
«La Amazonía era investigada como un pasado inhóspito, una zona con poca población, y estas construcciones arqueológicas que nos encontramos viendo aquí demuestran lo contrario».
Indicó Ivandra Rampanelli, arqueóloga con maestría y doctorado en prehistoria y responsable del más actual hallazgo de geoglifos en Acre.
Para Rampanelli, las excavaciones apuntan a que:
«Podría haber existido una población densa, grande, organizada y jerarquizada y eso está reescribiendo la historia de la Amazonía como un todo, está cambiando lo que antes era observado como un territorio vacío».
Figuras construidas en laderas de cerros o en planicies
Los geoglifos son figuras construidas en laderas de cerros o en planicies, utilizando la técnica de adición de tierra o piedras, con tonalidades oscuras de origen volcánico a forma de mosaico.
Los expertos han desvelado en los últimos años un total de 523 geoglifos en el estado de Acre, fronterizo con Bolivia y Perú, país donde se localizan los famosos de Nazca.
Hasta actualmente, el motivo de estas formaciones era un enigma y se elaboraban toda clase de hipotesis: asentamientos de aldeas, construcciones defensivas o inclusive se arribó a decir, como en el suceso de los geoglifos peruanos de Nasca, que habían sido los alienigenas.
La probabilidad de que «fueran sitio de asentamientos para pueblos indígenas» se desechó porque escasamente se localizaron objetos y utensilios en las excavaciones realizadas.
Tampoco se sostenía la hipotesis defensiva, dado que su disposición, según investigaciones previos, no propiciaba la protección de ataques externos.
Por tanto, la probabilidad de que se tratase de un boceto con motivos espirituales venía cobrando fuerza.
Para llevar adelante el ensayo, los expertos extrajeron muestras de suelo de una sucesión de pozos excavados en el interior y fuera de los geoglifos.
A partir de ellos, analizaron los ‘fitolitos’, un tipo de fósil vegetal microscópico de sílice, con el fin de volver a construir la flora antigua; cantidades de carbón vegetal, para evaluar el numero de incendios forestales antiguos, e isótopos estables de carbono, con el fin de señalar cómo ‘se abrió’ la flora en la antigüedad.
Hace poco, una expedición arqueológica británica reveló 81 aldeas de esta clase en el estado brasileño de Mato Grosso (occidente), con restos de cerámicas y herramientas de pueblos antiguos.
El trabajo escasamente está comenzando, así lo han dejado claro los arqueólogos encargados del plan. Se espera que en el futuro próximo se realicen más excavaciones en la zona, con la finalidad de localizar más remanentes componentes que se encuentren mejor conservados.