Ovnis y propulsión por electrogravedad: conocimientos de ‘Los diarios perdidos de Nikola Tesla’, parte 2
La última patente de Nikola Tesla, emitida en 1928 con el número 1.655.114, pertenecía a una máquina voladora que exhibía características similares a las de un helicóptero y un avión. Se dice que en el ocaso de su vida, Tesla redactó planes para un motor diseñado específicamente para naves espaciales.
Cómo construir un platillo volador
Las observaciones de Tesla sobre la emisión electrostática de los conductores revelaron que la emisión tiende a concentrarse donde la superficie se curva o presenta un borde. Este fenómeno, conocido como Efecto Faraday o Efecto Piel, fue descubierto por Michael Faraday. Básicamente, las cargas electrostáticas fluyen sobre la superficie de un conductor en lugar de penetrarla.
Este conocimiento constituye la base de la jaula de Faraday, ampliamente utilizada en laboratorios de investigación de alto voltaje para proteger a las personas y a los equipos sensibles de daños. Dentro de los OVNIs, los testigos presenciales informan de la presencia de una columna o canal circular a través del centro del vehículo. Esta estructura sirve como superestructura para el vehículo en forma de platillo y contiene una bobina de alto voltaje y alta frecuencia que se cree que es un transformador resonante.
Esta bobina se parece a la “bobina de Tesla”, inventada por Nikola Tesla en 1891. La columna o canal hueco, de aproximadamente dos pies de diámetro, puede albergar un generador de turbina en algunos vehículos. Cuando se crea un vacío en un hemisferio de la nave, la presión atmosférica corre a través del tubo para impulsar un generador eléctrico de turbina. Algunos informes sugieren que los extraterrestres utilizan este sistema como plantas de energía estacionarias en sus planetas.
Los sistemas visuales de la nave constan de lentes electroópticas colocadas en cuadrantes o según se desee para la visibilidad. Los monitores en forma de pantalla en la consola permiten al navegador observar todas las áreas alrededor y dentro del vehículo simultáneamente. Además, las lentes de aumento permiten una inspección detallada sin cambiar de posición.
Las ventanas de la nave, típicamente a la altura de los codos y de un pie de espesor, incorporan un iris o mecanismo de contraventana. Cuando está cerrado, este mecanismo permite una distribución uniforme de la carga electrostática. El Dr. Townsend Brown, estudiante de física del Dr. Paul Alfred Biefeld, avanzó aún más en el concepto de utilizar electricidad de alto voltaje para la propulsión.
En 1923, Brown descubrió lo que se conoció como el efecto Biefeld-Brown. Observó que cuando dos placas que transportaban altos voltajes de corriente continua eran separadas por un dieléctrico, el electrodo negativo se movía hacia la placa positiva. Esto llevó al desarrollo de la electrogravítica, una tecnología destinada a controlar la gravedad mediante cargas eléctricas de alto voltaje.
Los experimentos de Brown culminaron con la creación de un modelo de platillo de 15 pulgadas en 1958, capaz de levantar más del 110% de su peso. Atribuyó este movimiento a un campo gravitacional inducido por electrostática entre las placas del condensador. El trabajo de Brown atrajo mucha atención, con demostraciones que mostraron el potencial de esta tecnología para alcanzar velocidades notables.
En una demostración, un par de discos elevadores de 18 pulgadas volaron a 12 millas por hora cuando fueron electrificados con 50.000 voltios. Otro conjunto de naves de 3 pies de diámetro voló alrededor de un circuito a velocidades de varios cientos de millas por hora cuando se energizaron con 150.000 voltios. Estas demostraciones marcaron avances significativos en el campo de la electrogravítica, demostrando el potencial para controlar la gravedad a través de cargas eléctricas.
Al ionizar los cables y el aire circundante, los experimentos de Townsend Brown produjeron una densa nube de iones positivos delante de la nave y una nube correspondiente de iones negativos detrás de ella. Brown observó que estas nubes de iones, similares a las placas cargadas de sus condensadores, inducían una fuerza gravitacional orientada en la dirección menos-más.
A medida que el disco avanzaba debido a su campo de gravedad autogenerado, llevaba consigo las nubes de iones positivos y negativos, junto con sus efectos de electrogravedad asociados. Este mecanismo permitió que los discos se desplazaran sobre las olas de gravedad que avanzaban, de forma similar a como lo hacen los surfistas sobre las olas del océano.
El Dr. Mason Rose, colega de Townsend Brown, describió el principio operativo de los propulsores de la siguiente manera: “Los platillos creados por Brown carecen de propulsores, chorros o partes móviles. En cambio, generan un campo gravitacional modificado a su alrededor, análogo a estar ubicados en la empinada pendiente de una colina”.
DISPOSITIVO MAGNETO-HIDRODINÁMICO DE PROPULSIÓN A BORDO
J. Frank King, colega de T. Townsend Brown, patentó un dispositivo magnetohidrodinámico. Tenga en cuenta las similitudes en el diseño del platillo volante de Adamski.
El platillo electrogravitacional funciona de manera similar a una tabla de surf sobre una ola. Crea una distorsión localizada en el campo gravitacional, formando efectivamente su propia “colina”, que luego arrastra en cualquier dirección elegida y a cualquier velocidad.
Los ocupantes de los platillos de Brown experimentarían un estrés mínimo, independientemente de los giros bruscos o la aceleración, ya que ellos, junto con la nave y su carga, todos responden por igual a la distorsión ondulatoria del campo gravitacional.
Inicialmente, los escépticos especularon que los discos eran impulsados por la presión de iones negativos que golpeaban el electrodo positivo. Sin embargo, las pruebas en la cámara de vacío de Brown demostraron que había una fuerza presente incluso en ausencia de dicho empuje iónico.
Brown no propuso una teoría definitiva para explicar este fenómeno electrogravitacional poco convencional, salvo afirmar que contradecía tanto las teorías de la relatividad general como el electromagnetismo moderno. Sin embargo, los avances recientes en física teórica ofrecen una explicación más clara.
Según la cinética subcuántica propuesta por un físico ganador del Premio Nobel, el potencial de gravedad puede presentar dos polaridades, atrayendo o repeliendo la materia. Los electrones, por ejemplo, generan una colina de gravedad que repele la materia, mientras que los protones crean un depósito de gravedad que atrae la materia.
A medida que aumenta el voltaje, la colina de gravedad potencial y el embalse se vuelven más pronunciados, creando una pendiente cada vez más pronunciada entre ellos. Esta inclinación da como resultado una fuerza gravitacional más fuerte sobre el disco, empujándolo en la dirección de la nube de iones positivos.
A principios de la década de 1950, Brown propuso el Proyecto Winterhaven, sugiriendo el desarrollo de un platillo de combate antigravedad para uso militar. En noviembre de 1954, la Fuerza Aérea había iniciado planes para financiar investigaciones destinadas a realizar los objetivos del Proyecto Winterhaven.
Aunque el trabajo de Brown no ha sido ampliamente reconocido en revistas científicas o de física accesibles debido a su clasificación militar TOP SECRET, los informes de inteligencia indican una participación activa en la investigación de electrogravítica por parte de las principales aerolíneas y compañías privadas de inteligencia de aviación.
Artículo revela investigación gubernamental
Gracias al trabajo innovador de visionarios como Tesla y T. Townsend Brown, la búsqueda de tecnología antigravedad ha estado en marcha durante muchos años. En un artículo de Mechanics Illustrated de junio de 1957 escrito por G. Harry Stine, titulado “Conquista del espacio”, se hace evidente que los militares estaban profundamente interesados en la investigación antigravedad.
Stine especuló que los días de los viajes espaciales basados en cohetes podrían estar contados, sugiriendo que las futuras naves espaciales podrían funcionar con dispositivos antigravedad. Estos dispositivos, en lugar de depender de la fuerza bruta para contrarrestar la gravedad, utilizarían la gravedad misma, de forma similar a como un avión utiliza el aire para volar.
Investigadores pioneros como Sir William Crookes y Townsend T. Brown han logrado avances significativos en este campo. El supuesto desarrollo por parte de Brown de una auténtica máquina antigravedad ha estimulado el interés de numerosas empresas, incluidas Glenn L. Martin Company, Bell Aircraft, General Electric y Sperry-Rand Corporation.
Han circulado rumores sobre la creación de discos aerodinámicos de dos pies de diámetro, capaces de alcanzar velocidades de cinco metros por segundo con una potencia de entrada de sólo cincuenta vatios. Estos discos, cargados a potenciales de 150 kilovoltios, supuestamente exhibieron un rendimiento extraordinario, lo que llevó a su clasificación inmediata.
Se han obtenido varias ideas cruciales sobre la propulsión por gravedad, incluida la revelación de que la fuerza de propulsión afecta a todas las partes dentro del campo de gravedad creado por el impulso gravitacional. Además, los vehículos impulsados por gravedad pueden cambiar rápidamente de dirección, acelerar a altas velocidades y detenerse abruptamente sin someter a sus ocupantes a grandes tensiones, gracias a sofisticados mecanismos de control.
Si bien la idea de una nave espacial basada en la gravedad puede parecer ciencia ficción, tiene sus raíces en una investigación científica seria. Dado que los avances en el electromagnetismo son paralelos a los de la investigación de la gravedad, existe un optimismo creciente de que la gravedad pronto podría aprovecharse para superar los desafíos estructurales, dinámicos y médicos asociados con los viajes espaciales.
Aunque la propulsión de cohetes puede seguir sirviendo como medio principal de exploración espacial en el corto plazo, la perspectiva de aprovechar la gravedad para los viajes interestelares es cada vez más plausible. En el futuro, los viajes a la Luna, los planetas e incluso las estrellas podrían realizarse en períodos de tiempo notablemente cortos y con una comodidad sin precedentes, revolucionando la comprensión de la humanidad sobre la exploración espacial.
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