Planeta Nueve podría no ser un planeta en absoluto, revelan simulaciones

Planeta Nueve podría no ser un planeta en absoluto, revelan simulaciones

En las regiones más alejadas del Sistema Solar, donde la luz y el calor del Sol apenas llegan, las cosas pueden volverse bastante inusuales. En estas áreas, grupos de rocas han estado orbitando en trayectorias extrañas, lo que algunos astrónomos han atribuido a la influencia de un gran planeta invisible en los límites del Sistema Solar.

Hasta ahora, la búsqueda del supuesto Planeta Nueve no ha tenido éxito. Existen muchas razones posibles para esto, una de las cuales es que el Planeta Nueve simplemente no existe y nunca ha existido.

Pero si este es el caso, ¿cómo explicamos las órbitas inusuales? Un nuevo estudio sugiere una posible solución: la influencia de una estrella cercana.

¿Es el Planeta Nueve una estrella?

No, actualmente no está ahí. Sin embargo, hace miles de millones de años, un objeto masivo podría haber pasado lo suficientemente cerca como para alterar gravitacionalmente las órbitas de los objetos en el Sistema Solar exterior, provocando sus trayectorias inusuales. Algunos de estos objetos externos podrían haber sido desplazados mucho más cerca del Sol, y ahora se observan como lunas inusuales capturadas por los planetas gigantes.

¿Es el Planeta Nueve una estrella?

¿Es el Planeta Nueve una estrella? Crédito de imagen: depositphotos.com

Un equipo de astrofísicos liderado por Susanne Pfalzner del Forschungszentrum Jülich en Alemania ha llegado a esta conclusión tras realizar simulaciones por ordenador. Estas simulaciones analizaron cómo las estrellas de diferentes masas y distancias afectan al Sistema Solar exterior al pasar cerca de él.

Amith Govind, astrónomo del Forschungszentrum Jülich, explicó:

“La estrella que más se asemeja al actual Sistema Solar exterior, según nuestras simulaciones, es una estrella un poco más ligera que el Sol, con aproximadamente 0.8 masas solares.

Esta estrella pasó cerca de nuestro Sol a una distancia de unos 16.500 millones de kilómetros, lo que equivale a unas 110 veces la distancia entre la Tierra y el Sol, y algo menos de cuatro veces la distancia hasta Neptuno, el planeta más exterior”.

La mayoría de los objetos en el interior del Sistema Solar orbitan en un disco más o menos plano. Esto es una reliquia de la formación del Sistema Solar: cuando el Sol era una estrella joven hace unos 4.600 millones de años, el material de la nube que lo rodeaba se arremolinaba a su alrededor y alimentaba su crecimiento. Con el tiempo, este material se aplanó formando un disco, similar a cómo se aplana una masa de pizza al girar.

Lo que el Sol no absorbió se convirtió en el Sistema Solar, con todos sus planetas, asteroides y lunas. Y como no hubo perturbaciones significativas, estos cuerpos permanecieron en ese disco.

Sin embargo, el Sistema Solar exterior es diferente. Más allá de la órbita de Neptuno, hay enjambres de rocas conocidas como objetos transneptunianos (TNO) que orbitan el Sol con ángulos muy inclinados. Algunos de estos ángulos son tan pronunciados que los objetos casi orbitan los polos del Sol en lugar de su ecuador.

Según algunos científicos, estas órbitas podrían ser el resultado de la influencia gravitatoria de un planeta con una masa cinco veces mayor que la de la Tierra. Sin embargo, el espacio no está vacío, y aunque actualmente no hay estrellas cerca del Sol, en el pasado probablemente hubo más. Las estrellas suelen formarse en nubes donde nacen muchas otras estrellas, comenzando su vida en entornos bastante concurridos.

Una pequeña estrella podría haber alterado las cosas

Pfalzner y su equipo llevaron a cabo más de 3.000 simulaciones, variando las características de diferentes estrellas y su proximidad al Sistema Solar. Analizaron los resultados y los compararon con las órbitas excéntricas conocidas de los cúmulos de objetos transneptunianos (TNO). Descubrieron que una estrella ligeramente más pequeña que el Sol, al pasar cerca del borde del Sistema Solar, podría haber provocado las configuraciones orbitales actuales.

Una pequeña estrella podría haber alterado las cosas

Una pequeña estrella podría haber alterado las cosas. Crédito de imagen: depositphotos.com

El paso cercano de una estrella podría haber causado las órbitas inusuales de objetos como 2008 KV42 y 2011 KT19, que se mueven en dirección contraria a los planetas y tienen inclinaciones casi perpendiculares. Estos objetos también han sido mencionados en estudios que buscan evidencias del Planeta Nueve.

Según las simulaciones del equipo, hasta un 7.2% de la población original de objetos transneptunianos (TNO) podría haber sido empujada hacia el interior del Sistema Solar, acercándose al Sol.

Simon Portegies Zwart, de la Universidad de Leiden en los Países Bajos, comentó:

“Algunos de estos objetos podrían haber sido capturados por los planetas gigantes como lunas. Esto explicaría por qué los planetas exteriores de nuestro Sistema Solar tienen dos tipos diferentes de lunas”.

El estudio no es concluyente. Hay varias razones por las que aún no hemos detectado el Planeta Nueve, como su posible tenue brillo y gran distancia. También es posible que no tengamos suficientes datos, ya que todo lo que está tan lejos del Sol es difícil de observar, y los datos disponibles podrían estar sesgados por las limitaciones de nuestra tecnología actual.

Aun así, la idea de un sobrevuelo estelar no es descabellada y ofrece una solución elegante.

Pfalzner señala:

“La belleza de este modelo radica en su simplicidad. Responde a varias preguntas abiertas sobre nuestro Sistema Solar con una sola causa”.

Los resultados de la investigación se han publicado en dos artículos en Nature Astronomy y The Astrophysical Journal Letters.

Redacción por MundoOculto.es 

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