¿Podrían las rocas de Marte albergar el secreto de los viajes espaciales del futuro? Los científicos descubren una posible fuente de energía
El potencial de aprovechar el carbono de la superficie de Marte y convertirlo en metano ofrece una oportunidad tentadora para futuras misiones espaciales.
Durante décadas, los científicos se han sentido cautivados por la idea de que Marte fue en el pasado un planeta próspero, repleto de agua en vastos océanos, ríos y lagos. Estos cuerpos líquidos habrían requerido una atmósfera espesa y protectora capaz de mantener temperaturas estables. Pero hoy, el Planeta Rojo presenta un marcado contraste : su superficie árida y seca revela solo débiles rastros de esta historia antaño vibrante. Esto deja a los investigadores con una pregunta apremiante: ¿qué pasó con la atmósfera de Marte?
Un estudio pionero publicado en Science Advances arroja nueva luz sobre este misterio. Según los investigadores, una parte importante de la antigua atmósfera de Marte podría seguir allí, atrapada en la superficie rocosa del planeta. Sorprendentemente, alrededor del 80% del dióxido de carbono (CO2) del pasado de Marte podría estar atrapado en rocas sedimentarias, concretamente en compuestos orgánicos basados en carbono. Pero aquí está el truco: este carbono atrapado podría ser extraído y transformado en combustible para cohetes, un avance emocionante para futuras misiones hacia y desde el lejano planeta.
Convertir la atmósfera de Marte en combustible para cohetes
“Basándonos en nuestros hallazgos en la Tierra, demostramos que es probable que en Marte se produjeran procesos similares”, afirma Oliver Jagoutz , profesor de geología del MIT y autor principal del estudio. Explica que el dióxido de carbono, con el tiempo, podría haberse convertido en metano y haberse almacenado en las arcillas marcianas . “Este metano podría seguir estando presente y tal vez incluso utilizarse como fuente de energía en Marte en el futuro”, añade Jagoutz , señalando una nueva oportunidad para la exploración espacial.
En el centro de este descubrimiento se encuentra un mineral arcilloso especial llamado esmectita. Conocida por su capacidad de atrapar grandes cantidades de carbono, la esmectita en la Tierra desempeñó un papel crucial en el enfriamiento del planeta al absorber dióxido de carbono de la atmósfera. Los investigadores creen que un proceso similar ocurrió en Marte.
Dada la abundancia de arcillas esmectíticas en Marte , el equipo sugiere que gran parte de la atmósfera primitiva del Planeta Rojo podría haber sido absorbida de esta manera. “Sabemos que este proceso ocurre en la Tierra, y estas rocas y arcillas también existen en Marte”, dice Jagoutz . “Nuestro objetivo era conectar los puntos y ver si podíamos aplicar el mismo conocimiento a Marte”.
Un rompecabezas de 3.500 millones de años
Hace unos 3.500 millones de años, Marte era un planeta rico en agua, con ríos que fluían por su superficie. Los científicos creen que durante esa época el dióxido de carbono era omnipresente y se disolvía en el agua y las rocas. Los investigadores proponen que esta interacción entre el agua, el CO2 y las arcillas esmectíticas provocó que grandes cantidades de carbono quedaran atrapadas en la superficie del planeta.
“Estas arcillas de esmectita tienen una inmensa capacidad para almacenar carbono”, explica Joshua Murray , coautor del estudio y doctor en ciencias planetarias del MIT. Al analizar cómo funciona la esmectita en la Tierra, Murray y su equipo extrapolaron estos hallazgos a Marte. “Si la superficie marciana contiene cantidades significativas de esta arcilla, existe el potencial de que también haya grandes depósitos de metano”, señala Murray.
Esta revelación ha llevado a los científicos a preguntarse: ¿Podría la atmósfera faltante de Marte estar escondida a plena vista, almacenada dentro de la superficie del planeta, esperando ser descubierta?
La posibilidad de aprovechar el carbono de la superficie de Marte y convertirlo en metano ofrece una oportunidad tentadora para futuras misiones espaciales. Podría proporcionar una fuente de energía fundamental para los astronautas, reduciendo la necesidad de transportar combustible desde la Tierra y, potencialmente, haciendo más factible la exploración a largo plazo.
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