Vivimos dentro de un holograma?

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Vivimos dentro de un holograma?

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Una de las hipótesis más interesantes sobre la naturaleza de la realidad en que vivimos es el llamado principio holográfico, según el cual no es más que un holograma. A fines de la década de 1990, los físicos teóricos descubrieron una conexión notable entre dos conceptos aparentemente no relacionados en la física teórica. Esta relación, fundamentalmente de naturaleza técnica, puede tener consecuencias de gran alcance para nuestra comprensión de la gravedad e incluso dentro del universo.
Para ilustrar mejor esta conexión, uno debe comenzar con la física que gobierna un agujero negro.
Los investigadores descubrieron que cuando la información de un bit llega a un agujero negro, su área de superficie aumenta de valor y de manera muy precisa hasta que se convierte en el cuadrado de Planck (aproximadamente 1,6 x 10-35 metros). 
El hecho de que el aumento de un agujero negro ocurra cuando una sustancia o energía cae en él puede no parecer tan interesante. 
Sin embargo, es sorprendente encontrar que en proporción a la información obtenida de un agujero negro, sólo el área de su superficie tendería a aumentar y no el volumen, que es fundamentalmente diferente de cualquier otro objeto conocido en el Universo. En la mayoría de los objetos conocidos por nosotros, es justo decir que con la «absorción» de un solo bit de información, es sólo el volumen de un único objeto de aumentar mientras que su superficie será sólo una fracción del total de la masa. Pero en el caso de los negros agujeros, la situación es completamente diferente: es como si esta información no fueron capaces de caer dentro de un objeto compacto, pero se quedan en la superficie. 
Un holograma es la imagen de un sistema de bits complejo, obtenido con la ayuda de un número menor de mediciones matemáticas capaces de contener toda la información obtenida del sistema original. 
En la actualidad vivimos solo en tres dimensiones (espacial). Cuando te tomas un selfie, la cámara del teléfono inteligente toma una foto bidimensional de nuestra cara, omitiendo capturar toda la otra información. 
Más tarde, cuando volvemos a mirar nuestra imagen, ya no podemos percibir la parte posterior de la cabeza, independientemente de cómo se gire la imagen. 
La captura fotográfica con la ayuda de un holograma ahorraría toda esta información. 
Incluso si fuera bidimensional, podríamos explorarla desde todos los ángulos y en tres dimensiones.
La descripción de un agujero negro entendido como un holograma podría proporcionarnos una solución a la llamada paradoja de información del agujero negro, un problema relativo sobre dónde termina la información cuando la materia se mueve más allá del horizonte de eventos. 
El concepto de un agujero negro como holograma también es un buen ejemplo para recordar cuando afirmamos saber todo sobre el universo entero.