Debemos prepararnos ahora para ver cómo el “cambio climático podría acabar con la civilización”, dice informe
Especular sobre la desaparición de la sociedad es un deporte que los humanos hemos disfrutado desde continuamente. Construimos religiones sobre nuestras esperanzas escatológicas, tejemos ficción a partir de nuestros temores distópicos y tambien escribimos canciones encima del fin del planeta tal y como lo sabemos.
Por ese motivo resulta asombroso que, en medio de una crisis climática mundial cada vez más grave, que afecta a todo, desde la salud de los individuos hasta la sostenibilidad de ecosistemas enteros y sus recursos, las posibles catástrofes mundiales sean tan poco exploradas.
Un reporte difundido hace poco en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences mantiene que ya es hora de que empecemos a tomarnos en serio los peores escenarios y a elaborar un plan sólido sobre lo que ocurrirá si -o, de hecho, cuando- nuestro actual modo de vida se derrumbe.
Luke Kemp, experto del Centro para el Ensayo del Peligro Existencial de la University of Cambridge (Reino Unido), dijo en un comunicado:
“El cambio climático ha desempeñado un papel en todos los acontecimientos de extinción intensa. Ha contribuido a la caída de imperios y ha provocado forma a la historia. Inclusive el planeta moderno aparenta estar adaptado a un nicho climático concreto.
Las vías hacia el desastre no se limitan a los impactos directos de las altas temperaturas, como los fenómenos meteorológicos extremos. Los efectos secundarios, como las crisis financieras, los enfrentamientos y los modernos brotes de dolencias, podrían desencadenar diferentes calamidades e imposibilitar la recuperación de posibles catástrofes, como una guerra nuclear”.
Clima extremo
La “vieja caballería apocalíptica” de la peste, la guerra y el hambre debería incluir un reciente compañero, según los autores del ensayo: el clima extremo.
La historia actual ya ha provocado a la sociedad un anticipo de cómo podrían ser las pandemias, la inestabilidad económica y la escasez de alimentos a nivel mundial cuando se combinan. Si bien los resultados no son bonitos, las construcciones de la civilización mundial permanecen relativamente intactas.
en cambio, en algún instante, esas construcciones que nos permiten capear esas tormentas se derrumbarán.
Cortesía: Matt Palmer / Unsplash
Sucesivas pandemias a medida que la escasez de alimentos lleve a los seres humanos a un contacto más estrecho con los reservorios de dolencias zoonóticas; hambrunas que se sumen a las guerras que limitan la distribución de alimentos durante años, y después decenios, y una inflación galopante a medida que las economías luchen por realizar frente a las nuevas maneras de realizar negocios en un planeta más caliente y devastado por los desastres.
Chi Xu, experto de complejidad social de la Nanjing University, dijo en un comunicado:
“Las temperaturas medias anuales de 29 grados afectan hoy en dia a unos 30 millones de personas en el Sáhara y la Costa del Golfo.
En 2070, estas temperaturas y las consecuencias sociales y políticas afectarán directamente a dos potencias nucleares y a siete laboratorios de máxima contención que albergan los patógenos más peligrosos. Hay serias posibilidades de que se produzcan efectos desastrosos en cadena”.
El inconveniente no es tanto que no podamos soñar tales resultados. Las advertencias no son recientes.
Como explica el jefe del Potsdam Institute for Climate Impact Research, Johan Rockström, “cada vez entendemos mejor que nuestro mundo es un organismo más sofisticado y frágil. Debemos realizar las cuentas del desastre para evitarlo”.
Lo cual, según los investigadores, es el inconveniente. Una buena gestión del peligro incluye no sólo predecir qué escenarios son probables, sino resguardarse de los que tendrían un impacto más grave.
Siendo optimistas, podríamos dar la vuelta a la situación y retrasar un poco más esa subida. La combinación inmejorable de cambio de comportamiento, acción política e innovación podría inclusive auxiliar a estabilizar el incremento de la temperatura a niveles que no nos bombardeen con una nueva apocalipsis cada seis meses.
Futuro incierto
Si las cosas siguen como hasta actualmente -y el Grupo Intergubernamental de Investigadores encima del Cambio Climático (IPCC) confía en que así será-, es casi seguro que entre 2030 y 2052 nos encontremos con una media de 1.5 grados más de temperatura, si se compara con los niveles preindustriales.
Una ola de calor sin precedentes afecta gran parte del oeste de Europa. Cortesía: Metdesk
en cambio, hay una probabilidad entre cinco de que con una atmósfera de unas 560 partes por millón (ppm) de dióxido de carbono en la atmósfera las temperaturas sean incluso diversos grados más cálidas. En mayo de este año, alcanzamos las 420 ppm. Con unos índices que aumentan continuamente en unas cuantas partes por millón cada año, es una apuesta con la que varios de nuestros hijos pudieran tener que lidiar.
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Según un estudio sobre las evaluaciones del IPCC difundido por Kemp y sus colegas a comienzos de este año, el enfoque de el estudio del organismo intergubernamental no se ocupa lo bastante de estos valores atípicos.
Si poseemos en cuenta los investigaciones previos que señalan que estamos de forma lamentable mal informados sobre lo que supone un calentamiento superior a los 2 grados centígrados, podríamos estar perdiendo una oportunidad de oro para estar mejor informados en suceso de que fracasen los proyectos más optimistas.
Kemp asevera:
“Enfrentarse a un futuro de cambio climático acelerado sin tener en cuenta los peores escenarios es, en el mejor de los sucesos, una gestión de riesgos ingenua y, en el peor, una locura”.