El Reino Unido se acerca a la aprobación de controvertidos experimentos de geoingeniería que oscurecen la atmósfera solar

El gobierno del Reino Unido está a punto de aprobar experimentos innovadores —y polémicos— en geoingeniería solar, un método diseñado para combatir el calentamiento global atenuando artificialmente la luz solar.
El programa de 50 millones de libras (66,5 millones de dólares), dirigido por la Agencia de Investigación e Invención Avanzada del Reino Unido (ARIA), podría comenzar en unas semanas, lo que marca uno de los primeros esfuerzos respaldados por el estado para probar la Gestión de la Radiación Solar (SRM).
En momentos en que los científicos advierten sobre “puntos de inflexión” climáticos irreversibles —como el colapso de las corrientes oceánicas y las capas de hielo polares— la geoingeniería ofrece una posible solución provisional.
La SRM funciona inyectando partículas de aerosol en la atmósfera para reflejar la luz solar de vuelta al espacio y aclarando las nubes para aumentar su reflectividad. Sus defensores argumentan que esto podría enfriar el planeta, ganando tiempo crucial para reducir las emisiones de carbono.
Pero el plan está plagado de controversias. Los críticos advierten de efectos secundarios impredecibles, como alteraciones en los patrones de lluvia globales que podrían devastar la agricultura.

Otros temen que esto distraiga de la verdadera solución: acabar con la dependencia de los combustibles fósiles. Por ejemplo, el jet privado de un multimillonario emite el equivalente a 207 años de contaminación en tan solo 12 meses, lo que pone de manifiesto cómo la gestión de residuos sólidos (SRM) podría enmascarar hábitos insostenibles.
El Dr. Pete Irvine, de la Universidad de Chicago, enfatiza: «Cabe destacar que la geoingeniería no sustituye la reducción de emisiones». Si bien la gestión de emisiones de gases de efecto invernadero (SRM) podría frenar el calentamiento, no aborda la causa raíz.
Mientras tanto, la creciente demanda energética, impulsada en parte por la expansión de la IA, dificulta aún más la reducción de emisiones. Las promesas de neutralidad de carbono de China, por ejemplo, se ven contrarrestadas por el consumo energético mundial, que alcanza niveles récord.
De aprobarse, los experimentos del Reino Unido se encontrarían entre los primeros ensayos de SRM respaldados por el gobierno. Sin embargo, la geoingeniería plantea cuestiones éticas: ¿Quién controla el termostato de la Tierra? ¿Podría desencadenar un conflicto geopolítico si los patrones climáticos cambian de forma impredecible? ¿Y podría generar un riesgo moral, permitiendo que los contaminadores retrasen la descarbonización?
A pesar de los riesgos, el programa de ARIA busca recopilar datos cruciales sobre la viabilidad de SRM. El mundo está observando: el éxito podría impulsar su adopción internacional.