Misterio del Meteorito IM1 y sus Esférulas Alienígenas
En 2014, una brillante bola de fuego cruzó el cielo sobre el Océano Pacífico, cerca de Papúa Nueva Guinea. Fue un visitante interestelar, un raro meteoro que vino de fuera de nuestro sistema solar. Su nombre oficial es CNEOS 2014-01-08, pero también se le conoce como IM1, abreviatura de Interstellar Meteor 1.
IM1 fue detectado por el Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS) del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA. Tenía una velocidad muy alta de unos 60 km/s, mucho más rápido que cualquier asteroide o cometa conocido en nuestro sistema solar. También tuvo una trayectoria muy inusual, viniendo desde la dirección de la constelación de Lyra y saliendo hacia la constelación de Pegaso.
Pero lo que fue aún más notable fue lo que ocurrió después de que el IM1 explotara en el aire, a unos 18 kilómetros sobre el nivel del mar. Un equipo de investigadores dirigido por el profesor Avi Loeb de la Universidad de Harvard realizó un extenso estudio del fondo marino a lo largo de la trayectoria calculada de IM1, utilizando un dispositivo de trineo magnético remolcado.
Recolectaron cientos de pequeñas esférulas, partículas esféricas que se forman cuando el material fundido se enfría rápidamente en el aire.
Los primeros análisis muestran que algunas esférulas de la trayectoria del meteorito contienen cantidades extremadamente altas de berilio, lantano y uranio, etiquetados como una composición «BeLaU» nunca antes vista.
Estos elementos son muy raros en el sistema solar y sus proporciones no coinciden con ninguna aleación o meteorito natural o artificial conocido. Las esférulas también tienen niveles muy bajos de otros elementos, como hierro y manganeso, lo que sugiere que se evaporaron durante la explosión.
“El análisis de nuestro equipo de investigación de 60 elementos de la tabla periódica muestra que estas esférulas no son cenizas de carbón y no se originaron en la corteza de la Tierra, la Luna o Marte. El patrón de abundancia del tipo BeLaU no tiene precedentes en la literatura científica y podría haberse originado a partir de la diferenciación en un océano de magma en un exoplaneta con un núcleo de hierro”, afirma Avi Loeb.
Los investigadores proponen que estas esférulas son de origen extrasolar, es decir, que proceden de otro sistema estelar.
Sugieren que podrían haberse formado en la etapa del océano de magma de un planeta diferenciado, donde los elementos pesados se hunden hasta el núcleo y los elementos ligeros suben a la superficie. La alta concentración de berilio podría indicar que el planeta estuvo expuesto a los rayos cósmicos en el medio interestelar durante mucho tiempo.
Pero un borrador del sismólogo Benjamín Fernando de la Universidad Johns Hopkins y sus colegas, que aún no ha sido revisado por pares ni publicado en una revista, concluye que el material recuperado del fondo marino «casi con certeza no tiene relación» con el meteoro.
Loeb, sin embargo, se mantiene firme. “Este comunicado de prensa es de personas que no hicieron ningún trabajo. No recolectaron materiales, no analizaron nada. Simplemente se sientan en sus sillas y expresan sus opiniones”.
En una publicación en Medium, Loeb respondió más. “Los astrónomos que desestiman los datos [satélites] y argumentan que deben ser completamente erróneos, deberían perder el sueño por la noche porque su desconfianza implica que su seguridad no está garantizada y sus impuestos se desperdician en una infraestructura de seguridad nacional poco confiable”, escribió.
Desde entonces, Loeb ha sostenido que la composición química de algunas de las esférulas encontradas en esa búsqueda no se parece a nada conocido en nuestro sistema solar, y «podría haberse originado en un océano de magma altamente diferenciado de un planeta con un núcleo de hierro fuera del sistema solar, o de fuentes más exóticas”.
Se trata de un descubrimiento innovador que podría arrojar luz sobre la formación y evolución de planetas alrededor de otras estrellas. También plantea muchas preguntas, como por ejemplo: ¿Cómo escapó IM1 de su sistema estelar original? ¿Cuánto tiempo viajó en el espacio interestelar? ¿Qué tan comunes son los meteoros y las esférulas interestelares? ¿Qué otros secretos guardan?
Los investigadores planean continuar su análisis de las esférulas y buscar más evidencia de su origen interestelar. También esperan encontrar más meteoros interestelares en el futuro, utilizando métodos mejorados de detección y recuperación. Creen que estudiar estos mensajeros cósmicos podría revelar nuevos conocimientos sobre la naturaleza y la diversidad de la vida en el universo.
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